Donde las plantas cuentan historias — Primera parada: Jardín Botánico Viera y Clavijo

 Estoy en un aeropuerto, embarcando. En mi mochila llevo más de 300 fotos, tierra imaginaria en los zapatos y una cabeza llena de ideas verdes. Vengo del Jardín Botánico Viera y Clavijo, en Gran Canaria, un lugar que no es solo un refugio botánico, sino también una declaración de amor por las plantas de las islas y del mundo seco.

Este jardín no es como los otros. Aquí las plantas no están colocadas para lucirse, sino para sobrevivir. Para recordarte que crecer también es resistir. Desde los dragos con alma de escultura hasta las tabaibas que parecen salidas de una película de ciencia ficción, todo allí te hace pensar en adaptación, en resiliencia, en belleza rara.

Mientras paseaba por sus senderos, pensé en Maceta Rebelde. En cómo esta locura de querer hacer jardines en terrazas, balcones o en rincones de agendas apretadas no es tan distinta a lo que hacen las plantas que viven en los riscos volcánicos del botánico: crecer donde parece que no se puede.

En las próximas entradas compartiré fotos, especies favoritas, curiosidades y hasta ideas para llevar algo de este paisaje a tu casa, aunque solo tengas una maceta rebelde en el alféizar.

Por ahora, escribo desde el aire —literalmente— con el corazón lleno de savia nueva.

Jardín Canario. Foto: @maceta.rebelde

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